lunes, 25 de agosto de 2008




El tiempo IRREVERSIBLE que lo destruye todo


Escenas caóticas, excesivamente violentas, cómicas involuntarias y hasta románticas, conforman esta cinta francesa del director argentino Gaspar Noé.
No sabes si te duele la cabeza o vas a dejar de ver la película por miedo a quedarte ciego en los primeros 40 minutos, aproximadamente. Es terriblemente perturbador el inicio, y si le agregamos la musicalización podríamos decir que tenemos una película de terror. Pero no, no puedes dejar de verla. Algo te atrapa y te dice que debes seguir hasta el final. Podríamos decir que el sentimiento es masoquista.

La trama nos lleva a los barrios más viles y bajos de un Paris que no reconocemos. Marcus (Vincent Cassel) y Pierre (Albert Dupontel) van en busca del agresor de Alex (Monica Belucci), la bellísima novia de Marcus.
La cinta empieza de atrás para adelante y entre más transcurre el tiempo, te sientes incómodo y algo ofendido por ver tanto gay dándose placer uno a otro. Realmente te preguntas ¿qué coño hago viendo tanta porquería?, y si le sumas el asesinato a medio Rectum, realmente no quieres seguir viendo.
La escena de la agresión a Alex, te viene casi (y digo casi porque también es fuerte) “haciendo los mandados” después de ver tanta violencia. Como que el ojo se va acostumbrando.

Pero para mi sorpresa, no sólo observé transexuales, venganza, violación, drogadicción y violencia (que debo decir que están


representados de una forma maravillosa), también tiene su lado romántico, un poco bizarro para mi gusto, pero ese que no es cursi y en el fondo te gustaría tener.
Me parece que tiene un trasfondo muy importante, a mi parecer, su discurso va en contra de la violencia y de la venganza, te deja ver que ninguna de las dos te trae nada bueno, y que el que se enoja pierde (en el caso de Pierre, pero…¿cómo no iba a estar enojado el hombre?).

Hacía mucho tiempo no encontraba una película en un formato tan original, el movimiento de la cámara en la primera mita te transporta a la desesperación de un mundo sin solución, mientras que los colores brillantes y la estática te transmiten la felicidad y tranquilidad en la que vivían estos personajes.
Importantísimo, el mensaje sobre no descuidar lo que según tú más quieres. Que en un segundo la vida cambia y todo por andar “high” y en la pachanga. No es culpa de Marcus el mal en el mundo, pero sí se ve lento en cuanto a su supuesto gran amor por Alex.

Una vez más el cine francés nos muestra una de sus historias inimaginables en Paris. Si pensaban que la Ciudad Luz sólo se trata de la Torre Eiffel y crepas de chocolate por Champs Élysées, están muy equivocados. Vivirán una experiencia totalmente diferente y verán que no todo es color de rosa.

Recomendable para gustos bizarros, poco impresionables, con ansias de ver algo que te dejará pensando más de los típicos 5 minutos.

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