lunes, 25 de agosto de 2008

Las mujeres y los 8 1/2 deseos de Peter



Con un humor ácido, el director inglés Peter Greenaway nos presenta una obra relatada en partes. Como si fuera un libro, cada “capítulo” tiene un título y curiosamente una transparencia de lo que se puede adivinar es el guión de la película. Una manera muy original de presentarle al espectador un cine fuera de lo común.
Escenas de colores, de reflejos de agua, paisajes, ópera y kabuki, nos transportan a un Japón y a una Suiza que no conocemos (además de que la mayor parte la cinta se desarrolla en lugares cerrados). No se sabe que esperar visualmente, pero vaya que el ojo se deleita con tanta mezcla de imágenes y composiciones.
Nos cuenta cómo un hijo y un padre se vuelven más cercanos al morir la madre y esposa, respectivamente, y entre el carácter extrovertido del hijo y el explosivo pero a la vez tierno del padre nos divierte y perturba a la vez cómo se van estrechando sus lazos.
Lo que nos puede llegar a decir entre líneas el director, es que es gran admirador de Fellini (8 ½ , La Dolce Vita, etc…) ya que en un diálogo entre los protagonistas Storey (hijo de Philip) se pregunta sí todos los directores estarán tratando de hacer realidad sus fantasías sexuales en sus películas, mientras se observa en el fondo una de las obras de Fellini. Se puede deducir, que cuando nuestros personajes forman sus prostíbulo en la mansión Suiza, Greenaway nos este mostrando justo una de sus fantasías.
Claro, es sólo una suposición, aclaro que no tacho al Sr. Director de depravado o pervertido.
Es interesante ver la moraleja de la película, donde se nos muestra que el amor no lo compra nadie, aunque el sexo evidentemente sí, pero no llega a llenar a una persona (tanto se quejaba Philip de que no encontraría mujer como su esposa que lo quisiera tal y como era y por quién era). Que la muerte nos acecha y que puede hacernos cambiar de parecer radicalmente, y que por más que le pagues a una prostituta, no te va a querer y va a llegar un momento que le des lo que le des, no será suficiente. Pues claro, si ellas también tienen intereses propios, no solo darle satisfacción a los hombres.
Es nuevo ver cómo un filme puede unir dos culturas como la japonesa y la europea con unos cuantos billetes. Es gracioso ver como las japonesas se comportan y también las sirvientas de la mansión. Parecen juguetes que se mueven al antojo de los protagonistas, pero adivinas que en algún momento todo volverá a la normalidad. Ese tipo de vida es difícil de llevar y es normal que termine en cierto estado la situación como queda la película en el final.
Me parece un poco lenta la película, y si te sientas con ganas de ver algo hollywoodense-palomero olvídalo, mejor ve Batman.
Esta cinta está proyectada para personas con criterio amplio, un extraño sentido del humor y eso sí con ganas de sentirse renovados de haber cambiado de aire cinematográfico.

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