Bittersweet

Eres el ácido que corroe mis venas. Ardes en lo más profundo de mi ser, me haces mal y te deseo.
Te deseo más locamente que lo que Dios mismo se desea. No quiero ponerte en una calidad soberbia pero eres tan enfermizamente perfecto que sé que siento pasión por ti. Cuando no te tengo eres una constante molestia en mi pensamiento, llego a odiarte porque me distraes y me mata el sentimiento de saberte lejos, y eso me provoca falta de mi misma. No disfruto sintiendo que el alma se me escapa del cuerpo para abrazar tu perfección sin poder tocarte. Me vuelve loca el ansia de imaginar cuántas cosas haríamos de no habernos separado. Hasta tus ojos hablan aun cuando tu boca está cerrada. Quisiera a veces meterme en ti y perder mi personalidad y mi conciencia para convertirme en lo que eres y nunca más volver a sentir la falta de tu ser dentro de mi. Sería como poseerte para poder entender qué es lo que me tiene así de ti, entender el encanto que todo el que te conoce dice que tienes y que nadie explica cómo lo mantienes.
Eres el alcohol más fuerte que he probado, al besarte dejo de pensar, de razonar lo que digo y hago. En ese momento quisiera formar parte de ti para nunca jamás tener que separar mi piel de la tuya, nunca quisiera dejar de sentir ese delirio. Tenerte cerca es como un embrujo, es un hechizo que me ha hecho caer en lo más profundo del dolor, he llegado a pensar que el no tenerte me puede matar y a la vez he sentido que no vales lo que pienso. Si te idealizo, espero que la gente me perdone por no ponerle atención a las cosas verdaderamente maravillosas, pero si siempre hiciera caso de la gente, tendría que ser un producto más que la sociedad quiere formar, un producto gris sin manera propia de pensar, un producto social total y completamente normal.
Si algo no sé qué es, eres tú. Encierras un misterio en la forma de mirar y de tocar las cosas, tu manera de platicar la vida tiene magia, y cuando señalas con tu mano las cosas ordinarias las conviertes en extraordinarias.
Lo eres todo.